Vivimos en un mundo cada vez más interconectado: 60% de la población mundial está conectada a Internet, y este servicio ya cuenta con 4.660 millones de usuarios activos. La velocidad de crecimiento de la digitalización es vertiginosa y se calcula que el número de dispositivos se triplicará en los próximos años, pasando de 8.740 millones en 2020, a más de 25.400 millones en 2030.
Las organizaciones públicas y privadas están migrando cada vez más a los servicios de la nube por su seguridad, flexibilidad, agilidad, menores costos y por la posibilidad que ofrece de sacar provecho a la data, que crece exponencialmente en un mundo hiperconectado.
En la nube Microsoft Azure hay más de 200 servicios disponibles para sacar provecho a la data, transformar los negocios y tomar decisiones mejor informadas.
Estas cifras son un indicador claro de que la generación de datos aumentará de manera exponencial. Expertos de IDC y Statista calculan que, solamente en 2021, se generaron 74 zettabytes de datos en el mundo y estiman que cada día se crean 1,145 billones de MB de datos. Esto constituye, a la vez, la gran oportunidad y el gran desafío de las organizaciones actuales, que se enfrentan a los grandes dilemas de la transformación digital: ¿cómo almacenar, salvaguardar y usar ese enorme flujo de datos para mejorar las operaciones, crear nuevos servicios, replantear modelos de negocio? ¿Cómo usar esa información para tomar decisiones informadas y en tiempo real? ¿Por dónde comenzar?
Muchos hemos oído decir que la información es el nuevo petróleo. Pero al igual que el crudo, de nada sirve tener millones de barriles bajo tierra, en su estado natural y sin procesar. Lo interesante es lo que hacemos con ese potencial. Con la data sucede lo mismo; tener zettabytes de data sobre los clientes, los procesos, el producto, las personas, el mercado o la operación no tienen valor si no los refinamos y los usamos. Parafraseando al vicepresidente senior de Gartner, Peter Sondergaard, “si los datos son el nuevo petróleo, la analítica es el motor de combustión”.
Hoy en día estamos apenas comenzando a entender el tamaño de la oportunidad. Se estima que el 73% de la data que tienen las organizaciones no se analiza. Las razones son diversas: dispersión, baja calidad, desconexión, ausencia de tecnología, desconocimiento. Lo cierto es que hoy muchas empresas dejan de tomar decisiones basadas en información y más oportunas porque no capitalizan sus datos. Analizarlos y ponerlos a disposición de la organización les permitiría entender mejor los mercados, las necesidades de sus clientes, actuar antes de que sea tarde y diseñar estrategias más efectivas hacia el futuro.
Sin embargo, la tarea puede resultar abrumadora para algunas organizaciones y el primer desafío al cual suelen enfrentarse tiene que ver con su infraestructura de datos: almacenarlos sigue siendo considerado un centro de costos, cuando debería convertirse en un centro de ganancias, que permite optimizar todo y ser considerado como un activo corporativo.
La nube está en el corazón de esta transformación. Brinda un almacenamiento seguro y reduce costos de forma sustancial, pues elimina la compra de hardware costoso y los gastos asociados al mantenimiento permanente o los destinados a contratar talento especializado de dedicación exclusiva, además de la necesidad de actualizar los servidores propios para mantener protegida la información.
La flexibilidad es otro de sus grandes atributos. El pago de los servicios en la nube es por consumo, de esta manera se expande o se contrae de acuerdo a la necesidad, soportando picos de demanda cuando estos ocurren y decreciendo a medida que esta se reduce. Un ejemplo claro son las administraciones tributarias, que tienen un tráfico elevadísimo en épocas de pago de impuestos y otros meses de menor actividad. ¿Para qué mantener ociosa una capacidad que está sobredimensionada en épocas de calma, pero que puede resultar incluso insuficiente en momentos de alta demanda?
A esto se suma la posibilidad que brinda la nube de conexión con servicios de analítica e inteligencia artificial. Y este es probablemente uno de los factores que más beneficia a las empresas, pues pone a disposición de cualquier cliente, de cualquier tamaño, los servicios de analítica, machine learning, o inteligencia artificial. Solo en la nube Azure hay más de 200 servicios disponibles para aprovechar la data, listos para ser parametrizados, ajustados a la necesidad de cualquier organización y, de nuevo, para ser pagados únicamente por consumo. Esto hace que las operaciones, de cualquier tamaño o sector, tengan a su disposición tecnología de punta sin tener que desarrollarla. Es la clave para hacer que la data trabaje para la organización, y la organización no tenga que trabajar para la data.
Estos beneficios no conciernen únicamente el sector privado. Muchos gobiernos que ya habían migrado sus operaciones a la nube de Azure lograron, durante la pandemia, mantener activa su operación y a los funcionarios trabajando remotamente mientras seguían prestando los servicios esenciales del Estado. Gracias a la nube pudieron soportar la alta demanda en los servicios de salud o la entrega de subsidios. La nube les permitió implementar en semanas los programas de apoyo a la ciudadanía, las campañas de vacunación, al tiempo que protegía la información con parámetros de seguridad y privacidad que cumplen los más exigentes estándares mundiales. Datos del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) destacan que los servicios en la nube facilitan la gestión del Estado y reducen a la mitad los tiempos de implementación de los proyectos tecnológicos. Además, generan ahorros de hasta el 30% en el gasto de TI y elevan la calidad de los servicios digitales, al tiempo que impulsan la innovación.
Y como todas las organizaciones son únicas y cada sector tiene sus propias necesidades, complejidades y normas regulatorias, Microsoft ha diseñado nubes especializadas para cada necesidad. Así pues, el sector salud, el comercio, el financiero o el de gobierno cuentan con una oferta de nube que Microsoft ha diseñado especialmente para sus necesidades y exigencias, y que las organizaciones pueden seguir parametrizando y adecuando, para que nadie se queda atrás en la transformación digital.
Una oportunidad para Panamá
Latinoamérica camina a pasos acelerados por la senda de la transformación y Panamá no es la excepción. Según un reciente estudio comisionado por Microsoft para evaluar la transformación de las PyMEs, el 95% de las empresas de este segmento en el país centroamericano considera que la pandemia aceleró su proceso de transformación digital. Para el 57% de estas organizaciones, la nube es la tecnología prioritaria. Como consecuencia de esta aceleración, el 83% ha acelerado el uso de datos para la inteligencia del negocio y el 45% de ellas ya ha desarrollado aplicaciones tecnológicas propias.
Estas cifras son esperanzadoras y demuestran que vamos por el camino correcto. Está probado que la transformación es clave para la competitividad en un mundo cada vez más digital y global, y que los empresarios panameños están priorizando su transformación.
Adicionalmente, que las PyMEs panameñas estén acelerando la adopción de estas tecnologías es aún más importante, no solamente porque fueron las más golpeadas durante la pandemia, sino porque son el corazón del tejido empresarial en nuestro país, generadoras de una alta proporción de empleo y sustento para millones de familias panameñas. Democratizar el acceso a las herramientas que las haga más fuertes, eficientes, competitivas y les ayude a crear nuevos mercados y llegar a nuevos clientes, garantiza que esta recuperación sea inclusiva y no deje a nadie atrás.