En nuestros días, las grandes empresas ya no buscan jefes. ¡No te alarmes! Se trata de una ecuación que se invierte conforme los negocios van evolucionando y adquiriendo nuevos modelos que satisfagan las necesidades del mercado y, en consecuencia, el talento que llega a las organizaciones.
El liderazgo es un tema que implica características que se van perfilando y adecuando de acuerdo a los tiempos. Simplemente se evidencian desde la habilidad misma de influir en la consecución de objetivos en los demás y a su vez, este grupo tiende a ir más allá, conforme al ánimo y a la motivación que se logre en un pleno clima de desarrollo laboral.
De esta manera, el liderazgo empresarial se forja sobre las bases de la admiración y el talento que se tiene para que la confianza, el ánimo y el compromiso cumplan su propósito en la organización, independientemente de lo que se dedique el negocio.
Las experiencias marcan progresivamente el devenir de las empresas. Sobre este escenario, el liderazgo se fortalece principalmente sobre aquellos valores individuales que acentúan la personalidad de los líderes, especialmente cuando estos sobresalen por su calidez y sencillez al conducirse, expresarse y actuar.
Mantener la personalidad sin intimidar, ni mucho menos profundizar en la superioridad, logra que el equipo de trabajo se mantenga firme y responsable con los objetivos del negocio, fluya la gestión de recursos, aumente la productividad y la estrategia tome un rumbo de visión, toma de decisiones y compromiso garantizado.
Al final del día, se trata de sentirse satisfecho/a por los logros alcanzados. Que tu equipo sienta que les escuchas, comprendes y juntos encuentran solución a los obstáculos que puedan presentarse. A su vez, se establece un ambiente sano de entusiasmo, motivación y creatividad para el siguiente día.
Soy partícipe de que en este liderazgo no debe escapar la buena capacidad de expresión (lenguaje claro y sencillo), el carisma, entusiasmo, motivación y fortaleza que puedas brindarle al equipo para afianzar las metas y objetivos progresivamente.
¡Una palmadita en el hombro siempre cuenta!
Un buen líder encuentra apoyo en el talento de su equipo. Bajo esa fórmula se encuentran las diferencias entre lo que se puede y no se puede, o entre lo que no logras y lo que obtienes con mayor determinación, que te brinda justamente la imagen que proyectas como un buen líder.
Aclarado y sustentado, en el rol del líder empresarial es importante también que el rendimiento crezca, y esto ocurrirá en la medida en que el colaborador y el equipo mismo adquieran la productividad necesaria para el cumplimiento de las metas sobre una línea de compromiso y estrategia a largo plazo para no fracasar.
Cuando se tiene definida la dirección, influir en el logro de los resultados de forma gradual y progresiva animará al equipo a conseguir las metas que se propongan, teniendo a su lado el ánimo y talento de los líderes que se ven respaldados por la cultura organizacional de la empresa. Esto aviva significativamente , además, el compromiso y sentido de pertenencia al que todos aspiramos.
Indiscutiblemente, que hoy más que nunca, los parámetros organizacionales nos conducen hacia nuevos modelos que han surgido en los últimos 5 años, para encontrar el diálogo en los grupos cada vez más diversos y entregados a que las empresas se conecten con sus sentimientos, emociones y visión del negocio, equilibrando el intercambio de ideas y la colaboración conjunta.
Cuando seamos capaces de adoptar esta forma de liderazgo, habremos logrado vencer las barreras entre el jefe y el equipo, abriendo la ventana a que el liderazgo grupal prospere y se construya un mejor lugar de trabajo en nuestras empresas.