El fenómeno de las ciudades inteligentes sigue cobrando fuerza en el mundo y ha encontrado respaldo en los gobiernos que apuestan por la tecnología en todas sus formas, para hacer posible el futuro digital de sus ciudadanos.
Cinco décadas atrás, no hubiéramos pensado que la tecnología simplificaría la vida de la población mundial. Nos atraparía y también nos orillaría a depender de ella. Su desarrollo, evolución y expansión nos sorprende; porque facilita una variedad de oportunidades —donde además del entretenimiento y las telecomunicaciones—, se favorecen sectores como la ciencia, salud, educación, e-commerce, seguridad pública y la digitalización de las instituciones, para garantizar una mejor calidad de vida a la población.
En esta carrera de obstáculos para alcanzar una smart city sostenible, es importante que la tecnología encuentre el modelo operativo que garantice la conectividad efectiva, para poner a disposición toda la infraestructura tecnológica que definirán las instituciones, empresas privadas y comunidades que incorporarán dichos servicios inteligentes a su cotidianidad.
La capacidad de adquirir nuevas tecnologías y lograr que estas cumplan su propósito es crucial para que el éxito se complete en cualquier ciudad moderna. Por ejemplo, durante los primeros meses de la pandemia de COVID-19, todos los gobiernos se vieron casi obligados a encontrar soluciones para que la población estuviese en calma y no se interrumpiera, entre otros roles, la educación y el trabajo. Surgió entonces el teletrabajo y las clases virtuales encontraron la mejor experiencia para sobrellevar el momento, dando paso también a la incorporación de otros recursos remotos donde la conectividad fue clave.
En este sentido, aunado a la conectividad, otros recursos informáticos de la tecnología como el Big Data, los servicios de la nube (Cloud), el Internet de las cosas e inclusive la Inteligencia Artificial, definen ampliamente el futuro de la smart city, al simplificar los flujos y generar mejores resultados en los servicios que se ofrezcan, lo que viene a maximizar los recursos y aumentar la confianza de la población dentro de la vida urbana.
Panamá ha encontrado hace poco más de 20 años atrás ese norte. Ha venido preparándose para que, desde la región centroamericana, dirija ese camino de cambios. Hitos realmente sorprendentes que incluyen servicios públicos con Internet abierto en las escuelas, expedientes médicos digitales, expedientes registrales electrónicos, tramitación de procesos con firmas digitales en instituciones, sistema integral de seguridad de videovigilancia conectados para que la población se mantenga segura y atendida ante emergencias inmediatas 24/7; son parte de los ecosistemas ciudadanos digitales que están cambiando la vida de muchos panameños.
Es una realidad por la cual debemos sentirnos orgullosos. La tecnología sigue abriendo fronteras e incorpora eficiencia digital que nos permite seguir maximizando los recursos para que más personas optimicen procesos y acciones que favorezcan la calidad de vida y la atención de todos.
Las smart city son un gran complemento al modernismo del mundo, al implementar soluciones tecnológicas y digitales que están transformando la perspectiva del mundo, arrojando nuevos escenarios de oportunidades para las ciudades emergentes que aún no visualizan estos cambios trascendentales que ameritan inversión y retos que somos capaces de superar.
En esta continua aceleración tecnológica y de innovación, seguimos apostando porque la conectividad nos acerque cada vez más a las grandes ciudades inteligentes como Shanghai, Seúl, Barcelona, Nueva York, Hong Kong, Tokio y Singapur; de las cuales podemos aprender de sus mejores prácticas e incorporarlas a nuestra realidad, con la perspectiva de afianzar el futuro sostenible sobre los servicios básicos de la población.
Siempre es un buen momento para innovar y encontrar estrategias para que la reinvención surja. El reto también será que la continuidad lleve ese rumbo con efectos de sostenibilidad y reducción del impacto ambiental para que prosperen los efectos en la población.